Volvé Taylor, no te fajamos más
Frederick W. Taylor tenía problemas. De esos que se llevan con psiquiatras y con pastillas. No tengo dudas de eso. Puedo verlo mientras cronometra los tiempos y estudia los movimientos y resultados de paleadores que, con palas que han traído desde sus casas, trabajan en una fundición. Después de mucho mirar y hacer números, Taylor llega a la conclusión que hay que estandarizar las herramientas utilizadas, que las mismas deben ser provistas por la empresa y que el método de trabajo también debe ser homogeneizado. Esto resultaría en cuotas diarias de producción muy superiores y le permitiría obtener mayores ganancias a la empresa y mejores remuneraciones a los trabajadores. ¿Como creen que le fue? El experimento aumentó la productividad por paleador de 16 a 59 toneladas diarias y sus salarios en 63%. Nada mal, ¿verdad?
Frederick W. Taylor es uno de los padres de la administración. No hay línea de tiempo sobre ella que empiece mucho antes que él. Sin embargo, poco escuchamos de Taylor más allá de las primeras materias en las carreras de Administración de Empresas. Al fin y al cabo, Taylor no es más que pasado. En el siglo XXI se mejora el rendimiento de los paleadores motivándolos más (y pagándole menos, por supuesto), incrementando su pasión por la compañía e implementando mecanismos para que propongan formas innovadoras de palear la tierra.
Mientras que los grandes gurúes de la administración nos hablan de la innovación disruptiva, el neuroliderazgo, la inteligencia emocional y el coaching (entre muchos otros conceptos de moda), la mayor parte de las pequeñas y medianas empresas fracasan estrepitosamente al tratar de satisfacer y retener a sus clientes, manteniendo un nivel de rentabilidad aceptable. Las grandes empresas, con problemáticas diferentes, es verdad, no parecen estar mucho mejor.
El management no ha muerto. El que diga que aún no hay mucho por hacer se equivoca. En el humo no está la solución. El humo vende porque nos propone soluciones fáciles, soluciones que requieren poco trabajo y mucha iluminación. No veo necesario preguntarle a Taylor su opinión sobre esto. El fulano se ponía a cronometrar tipos paleando. Se me ocurren pocas cosas menos entretenidas que esa.
Por supuesto que los tiempos han cambiado y las soluciones de la administración científica no pueden aplicarse a rajatabla. Pretender que Taylor es el gurú que necesitamos hoy no es una alternativa mejor que las demás. Lo que hay que reivindicar es el trabajo, el estudio, el análisis. Hay que dejar las soluciones mágicas. La magia no existe y el azar no está bajo nuestro control ni puede manipularse a nuestro favor. A la suerte hay que ayudarla laburando. Este blog pretende aportar una mirada de compromiso con todo lo que se puede hacer para mejorar nuestras empresas y emprendimientos. Tratemos de ver más allá del humo. Pensemos en como podríamos usar los principios de gestión y administración para hacer mejores productos, brindar un mejor servicio y obtener mejores resultados, todo a la vez. Vamos a trabajar. Y llámenlo a Taylor, díganle que no vamos a fajarlo más.
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