El cassette negro y el descubrimiento musical a lo largo de los años
Primer Acto
1997. Un cassette negro, sin caja, aparece en la casa de un amigo. Nadie está seguro de donde vino pero especulamos que debe haber sido un regalo para su padre, pastor anglicano acostumbrado a interactuar con misioneros de otros países. Una leyenda, apenas perceptible, dice “Go Figure – Spirit of the West” y junto con otro amigo más nos preguntamos si será música evangélica y si el nombre de la banda será “Go Figure” o “Spirit of the West”. En épocas pre-internet (el acceso de 20 horas mensuales me llegó un año después) la música es física y los cassettes conviven con los cds. Conseguir música “diferente” es un desafío que requiere de mañas, tiempo y, sobre todo, plata.
Segundo Acto
2001. mIRC existe pero ya casi no se usa para chatear ni para buscar canales desde los cuales descargar música, pedir el catálogo a través de un bot (ajá, ya existían) y esperar hasta la mañana siguiente para la descarga de un disco completo (solo para descubrir que la conexión se había cortado a eso de las 3 am y sólo se llegaron a descargar 4 temas). Napster sale a la cancha y te permite conseguir temas sueltos en formato mp3s en 128k de calidad (prefería un 192k pero a caballo descargado no se le mira la calidad de compresión). Navegando en la web descubro que Spirit of the West es una banda canadiense y su hitazo, grabado allá por 1989, fue una canción bien de borrachos llamada “Home for a Rest” (quizás no era música evangélica). Napster se muere y desde ese entonces odio con toda mi alma a Metallica (con especial énfasis en el petiso detestable de Lars Ulrich). Audiogalaxy viene al rescate y me permite conseguir una cantidad nada despreciable de canciones sueltas con las que me construyo unos 3 discos (casi) enteros.
Tercer Acto
2023. Me tropiezo en Tidal con un disco de Spirit of the West que no había visto antes: Open Heart Symphony, grabado en 1995 con la Orquesta Sinfónica de Vancouver. Sin siquiera una notificación (esa fanfarria digital que aparece cuando a uno menos le interesa) el disco asoma también por Spotify, respetando la tradición de catálogos que frecuentemente se mueven en paralelo.
Un par de botones del control remoto y me encuentro buscando en la tele videos de la banda en YouTube (qué épocas esas en las que la tele se usaba para ver la tele, ¿qué no?). Después de algunos videos del canal oficial, una aparición de 1991 en un festival canadiense y una tremenda interpretación de uno sus temas de cabecera en un recital en la casa de alguien, termino buscando en cuanta plataforma de streaming hay disponible el documental sobre la banda y la lucha de su frontman, don John Mann, contra un Alzheimer de inicio temprano. Aunque no lo encuentro en ninguna (uno no aprende pero a esta altura ya todos deberíamos saber que en las plataformas de streaming solo se puede ver lo que te ofrecen), descubro que un mes antes su director lo había disponibilizado para libre acceso en su canal de YouTube. Una hora y media y dos lagrimales vacíos después sé que no podré volver a escuchar a esta banda de la misma forma (qué enfermedad de mierda el Alzheimer).
Último Acto
27 años después, la experiencia de encontrar música ha cambiado radicalmente gracias a Internet. Los motores de búsqueda, los algoritmos y las plataformas hoy nos son invisibles y muchos no vivirán jamás la experiencia de escuchar música sin saber de dónde salió. Y está muy bien que así sea.
Epílogo
2024. El último disco de estudio de Spirit of the West, Star Trails, grabado 20 años atrás, no está disponible en ninguna plataforma. La disponibilidad instantánea de toda la música del mundo sigue siendo un ideal. Un alma caritativa sube en 2020 una versión pirata del disco a YouTube. Lo escucho hoy por primera vez. Es un disco hermoso.