El mercado de la música digital y Last.fm, un servicio que se contrae pero no cierra
Descubrir nuevos artistas era un desafío bastante particular hasta hace unos 15 o 20 años. Con el crecimiento de internet y de las conexiones de banda ancha, el mp3 y la distribución digital, el mercado de la música se expandió hasta límites nunca antes vistos trayendo aparejados cambios drásticos que hicieron que nuestra forma de consumir música cambie para siempre. Cuando el catálogo musical es prácticamente infinito y está al alcance de un click, ¿cómo hacemos para elegir las nuevas bandas que debemos escuchar?
Last.fm es uno de los múltiples servicios de Internet que intenta ayudarnos con este dilema (y uno de mis favoritos, sin ninguna duda). A través de la combinación de un registro automatizado del historial musical de un usuario y el estudio y comparación (algoritmos mediante) de este registro con el de otros millones de individuos, este sitio web puede recomendarnos música que aún no hemos escuchado con un grado de satisfacción garantizada bastante impresionante.
En Last.fm se repiten una serie de factores comunes que configuran modelos de negocios en Internet: se brinda un servicio gratuito con la intención de captar una masa crítica que utilice el sistema haciéndolo al mismo eficaz en parte por el volumen de información que genera, lo cual atrae nuevos usuarios haciendo que la rueda continúe girando (externalidades de red que le dicen).
Lo que suele faltar en estos casos es un modelo de generación de ingresos claro. El comodín que Last.fm exhibió en estos años para generar fondos fue la venta de suscripciones pagas para la transmisión de música online (streaming), un destino obvio quizás, aunque muy pero muy reñido, que terminó de forma definitiva el pasado 28 de abril.
Si tuviéramos que guiarnos por muchos de los múltiples titulares que se generaron sobre esta noticia deberíamos suponer, erróneamente, que Last.fm ha pasado a mejor vida (o peor vida, quien sabe cómo es el cielo de las start-ups). “Last.fm cierra hoy”, “Last.fm cierra sus puertas” y otros tantos artículos no son otra cosa que mentiras o, como mínimo, engaños.
El mercado de la música está siendo reinventado día a día y los nuevos jugadores combaten cada batalla como si fuera la última. A la sombra de Spotify, Rdio, Pandora e incluso iTunes, encontramos en Last.fm una viva muestra de que huir de la batalla para no perder la guerra puede ser una buena estrategia (o la única).
Concentrándose en lo que lo hace único (la indexación de los registros musicales con un acercamiento multiplataforma y su posterior análisis) y combinándolos con los servicios de sus (hasta ahora) competidores tendrá que reinventarse y desarrollar nuevas fuentes de ingresos que le permitan traducir en dinero lo que mejor hace: recomendarte nueva música a tu medida.
El mercado de la música online está en el ojo de la tormenta desde hace ya varios años y en el horizonte no se visualiza aún ningún destino con paz. Lo único que se puede asegurar es que no se parecerá en nada a lo que alguna vez fue.
Publicado originalmente en el Blog Taylor Tenía Razón en La Gaceta.